Contabilidad Pública

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(*) Sr. Eduardo Cárdenas Saldarriaga

La contabilidad es intrínseca al quehacer humano y, mal que bien, todos tenemos idea de su significado. Es parte de la actividad humana y su evolución marcha casi de la mano con el avance tecnológico. Sin embargo, en las últimas décadas, parece que tal evolución, se circunscribiera a las herramientas empleadas para el registro contable que termina, al menos en nuestro país y con muy raras excepciones, en registros, reportes y libros impresos que, firmas y sellos mediante, constituyen fiel testimonio de las transacciones o hechos económicos acaecidos en las organizaciones, al margen que su origen sea interno y/o externo a las mismas.

Se dejan de lado, y es una grave deficiencia, por no darle otra connotación, las implicancias de la tecnología de la información como herramienta y, quiérase o no, sustento de tales transacciones que, cada vez más, se relacionan con el entorno virtual y que tan sólo son registros electrónicos en una o varias bases de datos que no siempre siguen las tradicionales secuencias de los registros o asientos contables tan conocidos, aceptados y utilizados.

Esta circunstancia, cada vez más común, significa para los contadores clásicos una confrontación directa y hasta traumática con algunos caducos paradigmas contables. Así, la contabilidad sustentada en su trípode de normatividad, operación y control se encuentra con nuevas transacciones y con nuevas formas de realizarlas, en virtud de la innovación tecnológica electrónica, que conlleva al menor uso y hasta supresión de documentos impresos y la aceptación de la existencia de documentos, transacciones y registros “virtuales” que, aunque suene discordante para la profesión, devienen en contabilidad “virtual”, sustentada en las bases de datos relacionales, compartidas y demás concomitancias que obligan a afinar sobremanera los conceptos de seguridad electrónica en el manejo de la información “virtual”, nueva herramienta ”per se” del contador profesional.

Es allí donde el profesional contable moderno debe centrar su accionar. Debe determinar las normas más adecuadas al entorno de dichas transacciones, su registro idóneo y oportuno, la evaluación de la correcta aplicación normativa y, en especial, los criterios de seguridad electrónica que son base y sustento para la garantía de control de las transacciones “virtuales” a partir de la evidencia electrónica de las mismas.

(*) Profesor USIL