"Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la conmemoración de las heroicas batallas de Junín y Ayacucho"

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Contabilidad Pública

Luca Pacioli Di Borgo

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(*) CPC. ROBERT HIDALGO ESPINOZA

Dicen los anglosajones que "el infierno es un lugar donde los italianos son administradores". Pero olvidan que Dante Alighieri trata de contar y ordenar el infierno en el suplicio de la "Divina Comedia" humana.

Posteriormente, Luca Pacioli (1445 - 1510), cuando se descubría el nuevo mundo, comenzó a registrar tales cuentas por necesaria partida doble.

Después de 491 años de la desaparición física de Pacioli las grandes riquezas ordenadas por la partida doble contable dan cuenta de los hombres y de sus actos. El diablo cristiano o el Dionisio griego sueltan su desenfreno en una sola dirección (partida simple) y amenazan la libertad. Y los que temen al infierno y usan con gran destreza la partida doble, cual cultura de negocios en boga que maneja la incertidumbre cercana, ya no pueden estar seguros que el mejor administrador es Suizo o Americano y dónde está el infierno. Ya tienen crisis de paradigmas.

Ahora, ya comprobamos que sin orden no hay libertad y que la incertidumbre nos obliga a plantearnos la pregunta Kantiana, ¿qué podemos esperar, antes que los cambios nos arrastren a un mundo evidentemente más incierto. Pacioli puso la simiente que cuenta de la libertad, la decisión, la acción y la esperanza que trae el permanente cambio.

Es necesario hacer más análisis estadísticos de probabilidades cuando el problema es la perplejidad que plantean la incertidumbre y la indecibilidad de la situación que siempre se tornan en apuestas humanas?. Luca Pacioli, tal vez, levantando la vista de su partida doble, preguntaría: ¿Quién dona y quién recibe? ¿Quién apuesta y quién compite? ¿Quién recepciona y quién entrega? Y desde allí, ensayando respuestas a sus preguntas podríamos ampliar el ámbito de nuestra existencia y libertad.

Los contadores cuentan que todo en la vida tiene un costo. Nada es costo cero y nada deja de involucrar por lo menos a dos agentes, de manera que si nada hago, dejo de hacer algo. Pues el nihilismo tiene su costo: lo que dejo de hacer. En consecuencia, todo agente toma la responsabilidad de su decisión, acción o inacción. En la realidad no hay nada todo está ocupado. Sin embargo, la ignorancia común sobre la importancia real de la contabilidad se torna agresiva y se pregunta de qué se trata, facultando a cualquier profesional no preparado a asumir el rol de contador o auditor interno. Y no es así, es preciso percibir al mundo en un plano racional simétrico por partida doble, por lo menos.

La contabilidad trata de los agentes y el tiempo en relación existencial hipostática (unión de varios agentes en una sola transacción) sin dejar de identificar y señalar los efectos de las estrategias, decisiones y acciones de cada agente, cuyas repercusiones económicas y globales tienen horizontes más allá de los imaginados, trascendiendo al espíritu humano.

Gracias a Luca Pacioli, la humanidad entera parte del conocimiento del "reino de las necesidades" al conocimiento de relaciones recíprocas entre los hombres y de éstos con la naturaleza. Es necesario, por lo menos, contar por partida doble toda estrategia, decisión y acción en nuestra vida diaria. El pensamiento solipsista (Cogito, ergo sum- Pienso, luego soy) equivalente a la partida simple, cual rosario que cuenta penitencias, no basta para la paz y la armonía. Es necesario pensar también a él, a ti y a nosotros; y dar cuentas con un lenguaje común.

El intercambio y encuentro no son para que tú o ellos sean medios para alcanzar mis o nuestros fines. Contablemente, todos están en el mismo plano y son fines.

Por eso, ya que el pragmatismo imperante se niega a hablar de filosofía, hablemos por lo menos, más de contabilidad, de las cuentas de nuestra vida que vienen y van con nuestros semejantes. Del sentido ético de las acciones y propósitos sobre las cuales habla la contabilidad para proveer el orden que abre las puertas a nuestra significación.

El valor no es la cantidad de dinero en caja ni el poder sobre mis semejantes. Ahora, si realmente valor hay, es el valor del incierto y genial espíritu humano (intangible) que Luca Pacioli, sin "visionarlo" en las bolsas y la "nueva economía", alumbró desde Roma.

(*) MIEMBRO DEL COMITÉ DE ASESORAMIENTO DEL CONSEJO NORMATIVO DE CONTABILIDAD